Historia

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Colgado a 340 metros sobre el nivel del mar en un promontorio rocoso de la cordillera de Vaucluse, Gordes domina la llanura y el valle del Calavon, ofreciendo una vista impresionante de la famosa montaña del Luberon que se encuentra frente al pueblo.

Su historia, su riqueza patrimonial y arquitectónica, sus impresionantes panoramas, sus paisajes protegidos y su naturaleza son otros tantos alicientes para descubrir esta pequeña joya provenzal.

Gordes se eleva como una ciudadela, ofreciendo una vista de los emblemas de su pasado, un majestuoso castillo protector, una iglesia maciza con su aspecto defensivo, rodeada de altos edificios que dominan el precipicio y las estrechas calles que permiten escapar de los asaltos del viento Mistral.

El pueblo se desarrolló a partir del siglo XI en torno al castillo hasta convertirse en una auténtica fortaleza protegida por murallas durante los turbulentos periodos de la Edad Media.

La poderosa familia provenzal Simiane d' Agoult marcó la historia de Gordes durante el Renacimiento en la persona de Bertrand Rambaud de Simiane, que en el siglo XVI remodeló y amplió el castillo.

La época moderna es muy trabajadora y laboriosa.

La agricultura sigue siendo la actividad esencial, pero la mayoría de las veces no cubre las necesidades de la población.

En el pueblo se desarrollan actividades artesanales: hilanderías de seda, curtidurías, zapaterías y tejidos de lana que dan trabajo y permiten a muchos gordianos mejorar una vida cotidiana difícil.

En el siglo XVIII y principios del XIX, el pueblo contaba con una gran población que rivalizaba con la de las ciudades vecinas, pero a pesar de la dinámica de la artesanía, especialmente la zapatería, la pobreza y las enfermedades seguían siendo una lacra. Y aunque se prestó asistencia a los pobres, la mortalidad infantil siguió siendo elevada.

Desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, Gordes sufrió grandes sobresaltos -terremotos sucesivos que provocaron destrucciones, transformaciones industriales, la llegada de enfermedades que debilitaron la agricultura, la Primera Guerra Mundial, las Grandes heladas de 1956- que provocaron el descenso de la población y el empobrecimiento de los habitantes, la mayoría de los cuales huyeron a las ciudades vecinas.

Sin embargo, en la década de 1950, tras un periodo de sequía, el destino de la ciudad cobró impulso. Un grupo de artistas, sensibles a la belleza del pueblo, cayeron bajo su encanto y encontraron en su aislamiento, sus ruinas, su luz y sus paisajes, una fuente de inspiración.

Hoy en día, el pueblo, clasificado como uno de los Pueblos más bellos de Francia, es un destino popular de renombre internacional.